Publicado en Nunca tuve la vocación de Ana Karenina, La Regia Cartonera 2012.
I
He vuelto a la cama, la misma cama de mi niñez.
La Luna parpadea en la cabecera,
redonda y pesada como una bola de acero pulido.
Olfateo la almohada vacía.
Me amortajo la cara con mi sombra
II
En mi sueño hay un campo minado
y un hombrecito se alza desde el parapeto:
¿ha leído usted a Kierkegaard
antes del desayuno?
III
Loca, dices
que soy una puta loca,
muñeca de trapo en una bañera.
Pero tengo una bufanda para ti –fractales de flores
lilas–,
los colores de la lluvia en su contorno.
¡Mira!
Un poema se ha dormido en mi regazo.
IV
En mi sueño hay un río de agua bronca
y tú flotas amarrado a un mástil.
Los pescadores me hablan al oído:
¿ha orinado usted en el Amazonas
con las bragas puestas?
V
Son las seis de la mañana y voy hacia la puerta,
llevo un tazón de leche fresca para mis gatos,
gordos y perezosos.
Nadie me ve salir, ni afilarme las uñas.
Pronto desollaré a la gallina que hierve en el
caldero.
VI
El olor de la carne hervida atrae a los gatos hacia
mi ventana,
sus millones de ojos parpadean como soles.
La cama sonríe
con sus pequeños pliegues de seda.
El día se abre como una nuez.
Mi casa se va llenando de ruidos; el Sol relame los
orificios de las paredes,
y sólo pienso en patear la silla donde te has
quedado dormido.
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