Textos para la presentación de la plaquette Crónica del silencio, de Marisol Vera. Tampico, Tamaulipas. 22 de noviembre de 2009.
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ENVÍO
Existe una Poeta en los albores del siglo veintiuno, extraviada en un rincón del Golfo de México: menudo sueño caminando a ras del alba. Desde ahí, el muy delgado haz de luz de su ojo visor, hiende sobre impúdicos ángeles que huyen de algún libro y sobre lujuriosos púberes ansiosos por los frutos del árbol de la hombría. A letras y cansancio, plegarias y niñez, desmenuza los anales del silencio. Un viento de mayo corroe las ventanas. Una nube púrpura le envuelve el corazón. Un helado invierno ríe sobre cenizas del alma. Cualquier pañuelo, desde algún sepulcro, dice adiós. Y aun así, o quizá por ello, desde los lentos días del Puerto de Tampico, Ella –un bultito de huesos blancos y pelo lacio y negro– escribe su poema.
Existe una Poeta en los albores del siglo veintiuno, extraviada en un rincón del Golfo de México: menudo sueño caminando a ras del alba. Desde ahí, el muy delgado haz de luz de su ojo visor, hiende sobre impúdicos ángeles que huyen de algún libro y sobre lujuriosos púberes ansiosos por los frutos del árbol de la hombría. A letras y cansancio, plegarias y niñez, desmenuza los anales del silencio. Un viento de mayo corroe las ventanas. Una nube púrpura le envuelve el corazón. Un helado invierno ríe sobre cenizas del alma. Cualquier pañuelo, desde algún sepulcro, dice adiós. Y aun así, o quizá por ello, desde los lentos días del Puerto de Tampico, Ella –un bultito de huesos blancos y pelo lacio y negro– escribe su poema.
Carlos Acosta
Ciudad Mante, otoño de 2009
Ciudad Mante, otoño de 2009
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Preámbulo: Hay poemas que atraviesan el pecho como un descomunal ejército de arcángeles, otros que rasguñan en lo profundo del vientre hasta desangrarlo; éste, además, me ha dejado irónicamente sin aliento.
Preámbulo: Hay poemas que atraviesan el pecho como un descomunal ejército de arcángeles, otros que rasguñan en lo profundo del vientre hasta desangrarlo; éste, además, me ha dejado irónicamente sin aliento.
silencio
afuera yace el holocausto
adentro rayo y noche se conjugan
concierto de violines
el Cielo cuelga aún de nuestro ombligo
polvo de estrellas durmiendo tras el seno
la canción del agua ha dejado de fluir
algo se rompe
la carne tiembla
la aurora llega con dientes afilados
tablajeros lechuzas
lancetas de fuego filigrana y metal
un niño llora en las afueras de su madre
una madre gime en las afueras de su hijo
maldito destierro
nuestro vientre nunca estuvo tan vacío
la eternidad de la escarcha nos devora
he aquí las puertas del Infierno
la sangre busca febrilmente un escondite
ya no hay besos que rasguñen las entrañas
nos hemos caído del Sol para siempre
ahora solo quedamos tú y yo
ha llegado el momento de perseguir el ocaso
muerte y resurrección
un estrépito de risas inunda la tarde
muecas gorjeos
miradas que se pierden entre la luz y las sombras
afuera calcina la nieve
adentro nos atesta el rocío
silencio silencio
un cúmulo de astros nos acoge
aquí ya no hay éxodo ni naufragio
aquí todo se ha vuelto íntimo
aquí nos espera el estertor del Amor
una vía láctea
para regresar al silencio
abrazarnos nuevamente entre murmullos
y contemplarnos para siempre
en la infinidad del cosmos
afuera yace el holocausto
adentro rayo y noche se conjugan
concierto de violines
el Cielo cuelga aún de nuestro ombligo
polvo de estrellas durmiendo tras el seno
la canción del agua ha dejado de fluir
algo se rompe
la carne tiembla
la aurora llega con dientes afilados
tablajeros lechuzas
lancetas de fuego filigrana y metal
un niño llora en las afueras de su madre
una madre gime en las afueras de su hijo
maldito destierro
nuestro vientre nunca estuvo tan vacío
la eternidad de la escarcha nos devora
he aquí las puertas del Infierno
la sangre busca febrilmente un escondite
ya no hay besos que rasguñen las entrañas
nos hemos caído del Sol para siempre
ahora solo quedamos tú y yo
ha llegado el momento de perseguir el ocaso
muerte y resurrección
un estrépito de risas inunda la tarde
muecas gorjeos
miradas que se pierden entre la luz y las sombras
afuera calcina la nieve
adentro nos atesta el rocío
silencio silencio
un cúmulo de astros nos acoge
aquí ya no hay éxodo ni naufragio
aquí todo se ha vuelto íntimo
aquí nos espera el estertor del Amor
una vía láctea
para regresar al silencio
abrazarnos nuevamente entre murmullos
y contemplarnos para siempre
en la infinidad del cosmos
Linda González
Nuevo Laredo, Tamaulipas
Nuevo Laredo, Tamaulipas
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