Publicado en Saloma. Letras entre ríos. Vol. IV. Enero de 2007
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Matarse, en cierto sentido,
y como en el melodrama, es confesar.
Albert Camus
y como en el melodrama, es confesar.
Albert Camus
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La antorcha de Eros, con sus palpos ardientes nos empuja a construir casas, dioses, leyes, familias, analgésicos para la sensación asfixiante de mortalidad. Nos esforzamos por evadir el álgido fruto que se balancea sobre nuestra cabeza, oscura manzana que el Destino reserva en su inconmovible ramaje a cada uno de nosotros: el sepulcro. Existen, sin embargo, seres humanos que agitan el funesto árbol del Ocaso, un hambre fatal los impele a entregarse a su fronda con los brazos abiertos.
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El filo del cuchillo, la aspereza de la soga, el ojo exacto del revólver, coquetean con el suicida, ofreciéndose a su conciencia como una posibilidad de fuga y de retorno. Esa lóbrega sed aparece con el alba, se desliza entre las horas, aguijonea los párpados. Y si el sueño logra penetrar las frías cavernas de la mente, Morfeo no transportará a esta torturada alma a plácidos jardines do repose del terrible impulso, sino a los áridos reinos de Tánatos, al estruendoso túnel de la Oscuridad.
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El filo del cuchillo, la aspereza de la soga, el ojo exacto del revólver, coquetean con el suicida, ofreciéndose a su conciencia como una posibilidad de fuga y de retorno. Esa lóbrega sed aparece con el alba, se desliza entre las horas, aguijonea los párpados. Y si el sueño logra penetrar las frías cavernas de la mente, Morfeo no transportará a esta torturada alma a plácidos jardines do repose del terrible impulso, sino a los áridos reinos de Tánatos, al estruendoso túnel de la Oscuridad.
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El espejo, ávido lobo, aúlla minuto a minuto frente al fatigado espíritu, presagiando el Abismo. Todo tiene un insoportable olor a muerte. ¿Dónde podría estar a salvo?
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Hay quien ve en el suicidio un atajo para alcanzar el rostro de lo eterno; cree en un poder superior a la materia. Alguien más, se devasta por dentro, esa cálida promesa de un sublime resplandor es precisamente lo que repudia, de lo que huye con ferocidad buscando el escueto abrazo de la Nada.
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Ese íntimo poema escrito en el silencio del corazón es una respuesta a la Soledad, una venganza contra los otros. El que se mata está solo, se sabe solo, se siente solo hasta los huesos, hasta el sótano de lo absurdo.
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¿Qué grieta supurante y dolorosa se abre en la mirada del suicida? ¿Cuál es el combustible de su cadavérico fuego? Nadie como él ama con tanto fervor a la Vida. ¿Podría continuar en el mundo si esta cruel amante lo traiciona?
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